El acto de llorar es una respuesta emocional que puede manifestarse en diversos contextos, como una expresión de dolor, tristeza, alegría o necesidad. Cuando una persona llora, puede desencadenar una reacción empática en quienes la rodean. No obstante, es importante destacar que el llanto puede categorizarse en dos tipos distintos: el llanto beneficioso y el llanto manipulador.
El llanto beneficioso, también conocido como llanto positivo, se caracteriza por tener propiedades reparadoras, regeneradoras, terapéuticas, calmantes y desestresantes. Este tipo de llanto cumple una función psicológica y emocional importante, permitiendo a la persona liberar tensiones, aliviar el estrés y restaurar su bienestar emocional.
El llanto manipulador, tiene como objetivo principal fingir dolor o aflicción, generalmente después de haber causado daño o perjuicio a otra persona. Su finalidad es la manipulación de la situación, buscando obtener una ventaja personal a expensas de la empatía y compasión de los demás.
La expresión “lágrimas de cocodrilo” entra dentro de esta categoría y proviene de una antigua creencia que atribuye a los cocodrilos la capacidad de derramar lágrimas mientras devoran a sus presas. Esta creencia se basa en la idea errónea de que los cocodrilos lloran como una señal de pesar o arrepentimiento por sus acciones. A lo largo de la historia, esta metáfora se ha utilizado para referirse a expresiones o demostraciones de emoción que aparentan ser genuinas, pero que en realidad son falsas o simuladas, es decir, se emplea como un concepto que simboliza la manipulación personal.
En este contexto podemos identificar varias categorías de manipulación que definen diversas estrategias utilizadas por los individuos para influir en su entorno y alcanzar sus objetivos a expensas de otros. Seguro que hay más categorías que las que se presentan y que, en muchos casos, se mezclan entre ellas, pero la única intencionalidad de este escrito es relacionar las que mencionamos con la manipulación sistemática a la que hemos asistido en situaciones recientes.
Victimismo manipulativo:
Encarnado por individuos que tienen dificultad para hacerse responsables de su vida y ser autónomas.
Recurren a tácticas basadas en la afectividad, presentándose como amigos cariñosos y aparentando ser excelentes profesionales.
Cuando obtienen poder, buscan a aquellos a quienes pueden explotar, con el objetivo de encontrar a alguien dispuesto a resolver sus problemas y realizar su trabajo.
Ante cualquier desviación de lo esperado, evitan cualquier forma de autocrítica y buscan chivos expiatorios externos a los que escarnar sibilinamente para sortear sus responsabilidades. Normalmente concluyen su actuación derramando abundantes lágrimas en un último esfuerzo de manipulación dirigido a cualquier interlocutor predispuesto.
Control Manipulativo:
Caracterizado por personas altamente posesivas que insisten en que todo debe seguir el camino trazado por ellos mismos.
Prefieren rodearse de seguidores inquebrantables que no cuestionen sus decisiones.
Emplean con gran eficiencia la mentira reiterada hasta su completa asimilación.
Su objetivo es que estos seguidores trabajen incansablemente para su causa, sin importar cuál sea esta, a menudo sacrificando sus propias necesidades en favor de la causa.
Cuando las circunstancias no se desarrollan como esperan, suelen buscar culpables generalmente entre sus seguidores, quienes a menudo acaban presentándose a sí mismos como víctimas y, aun así, recurren a derramar abundantes lágrimas para autojustificarse y justificar los actos inaceptables del controlador.
Manipulación Racional:
Llevada a cabo por individuos que aparentan un alto nivel intelectual y utilizan esta supuesta docta superioridad con contundencia y seguridad.
Hacen un uso persuasivo de la lógica verbal y la comunicación no verbal, responda o no a la verdad, para alcanzar sus objetivos, sin importar cuáles sean.
Esta forma de manipulación es común en entornos académicos y profesionales.
Cuando las circunstancias no se desarrollan según lo esperado, recurren al victimismo derramando abundantes lágrimas para reconducir la situación, irremediablemente, a la esfera personal con el fin de intentar desestabilizar al oponente, como último y único recurso justificativo.
Es probable que cualquier lector mínimamente avezado pueda identificar fácilmente a personas en su entorno que se ajustan a una o varias de estas características o incluso que se ven afectadas por ellas. La pregunta que surge es: ¿Cómo abordamos estas situaciones? Esa es la cuestión que nos ocupa.