Hace unos días, un colega me contó una historia bastante curiosa. Resulta que recibió un mensaje de un estudiante justo un domingo, ¡solo veinticuatro horas antes del examen de la asignatura que él enseñaba! ¿Y qué preguntaba el estudiante? Pues si para aprobar la asignatura tenía que presentarse al examen, ya que en las actas de la convocatoria anterior aparecía como no presentado.
Considerando que ya había pasado más de un mes desde la convocatoria anterior, el correo era bastante sorprendente, por no decir escandaloso. Pero, mi colega, con una paciencia infinita y diligencia admirable, le respondió de inmediato para aclarar la situación y darle todos los datos necesarios para lograr su objetivo: aprobar la asignatura. Por cierto, toda la información estaba publicada con más tiempo de lo razonablemente necesario.
Si fuera yo, sinceramente, no habría respondido al mensaje por lo impertinente que fue. O quizás lo habría hecho con algunas palabras más o menos educadas (o no tan educadas, admito que ya he soltado algunas de esas de vez en cuando). Es que a veces siento que tratamos a nuestros estudiantes como si fueran de porcelana china, como si temiéramos que se rompan con el más mínimo toque.
[MDD. Maestro DonDepende]. El enfoque que plantea [PBD] es el que cualquiera podría considerar de manera instintiva, pero creo que lo que subyace no es simple ni superficial. Con frecuencia, los profesores asumimos que atender adecuadamente a nuestros estudiantes implica responder a todas sus demandas en cualquier circunstancia y de la mejor manera posible, al igual que lo haría cualquier sistema de información o inteligencia artificial a las que tengamos acceso de forma inmediata. Sin embargo, está claro que actuar de esta manera con los estudiantes no siempre resulta apropiado, ya que estaríamos descuidando el genuino desarrollo de sus capacidades críticas, las cuales, por cierto, los sistemas artificiales carecen.
Es evidente que los estudiantes, al menos en mi experiencia, muestran un desarrollo cada vez menor en esta característica, la cual es completamente necesarias para un buen proceso de aprendizaje. Por tanto, considero que un docente competente debe abordar este tipo de situaciones y trabajar en el desarrollo de esta competencia, resistiendo la tentación de ofrecer un trato contemporizador, es decir, evitando acomodarse a la voluntad del estudiante, lo cual generalmente se hace con el propósito de evitar cualquier tipo de conflicto.