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[PBD] Profesor Bulldog

Entre algodones

Hace unos días, un colega me contó una historia bastante curiosa. Resulta que recibió un mensaje de un estudiante justo un domingo, ¡solo veinticuatro horas antes del examen de la asignatura que él enseñaba! ¿Y qué preguntaba el estudiante? Pues si para aprobar la asignatura tenía que presentarse al examen, ya que en las actas de la convocatoria anterior aparecía como no presentado.
Considerando que ya había pasado más de un mes desde la convocatoria anterior, el correo era bastante sorprendente, por no decir escandaloso. Pero, mi colega, con una paciencia infinita y diligencia admirable, le respondió de inmediato para aclarar la situación y darle todos los datos necesarios para lograr su objetivo: aprobar la asignatura. Por cierto, toda la información estaba publicada con más tiempo de lo razonablemente necesario.
Si fuera yo, sinceramente, no habría respondido al mensaje por lo impertinente que fue. O quizás lo habría hecho con algunas palabras más o menos educadas (o no tan educadas, admito que ya he soltado algunas de esas de vez en cuando). Es que a veces siento que tratamos a nuestros estudiantes como si fueran de porcelana china, como si temiéramos que se rompan con el más mínimo toque.

 

[MDD. Maestro DonDepende]. El enfoque que plantea [PBD] es el que cualquiera podría considerar de manera instintiva, pero creo que lo que subyace no es simple ni superficial. Con frecuencia, los profesores asumimos que atender adecuadamente a nuestros estudiantes implica responder a todas sus demandas en cualquier circunstancia y de la mejor manera posible, al igual que lo haría cualquier sistema de información o inteligencia artificial a las que tengamos acceso de forma inmediata. Sin embargo, está claro que actuar de esta manera con los estudiantes no siempre resulta apropiado, ya que estaríamos descuidando el genuino desarrollo de sus capacidades críticas, las cuales, por cierto, los sistemas artificiales carecen.
Es evidente que los estudiantes, al menos en mi experiencia, muestran un desarrollo cada vez menor en esta característica, la cual es completamente necesarias para un buen proceso de aprendizaje. Por tanto, considero que un docente competente debe abordar este tipo de situaciones y trabajar en el desarrollo de esta competencia, resistiendo la tentación de ofrecer un trato contemporizador, es decir, evitando acomodarse a la voluntad del estudiante, lo cual generalmente se hace con el propósito de evitar cualquier tipo de conflicto.

 

[ENR. El Niño Roto]. Desde mi perspectiva, el problema es notablemente más complejo debido a su naturaleza estructural. Parece que nos encontramos con una clase social (se extiende más allá de los estudiantes) que en general tiene dificultades para tomar decisiones concretas que afectan directamente su propia existencia, reflejo de en una baja autoestima emocional. Esta problemática tiene repercusiones en todos los ámbitos de la vida personal y social. Según [MDD], parte del problema, al menos en el ámbito de la formación, puede atribuirse al acceso indiscriminado a información sobre cualquier aspecto de la vida, sin ningún tipo de filtro o criterio. Sin embargo, no debemos desdeñar otra complicación generalizada que surge como resultado de una sobreprotección excesiva en el ámbito emocional y material por parte de los padres y también por parte del sistema, sin ofrecer mecanismos de compensación o una válvula de escape adecuada. Dicha sobreprotección tiene como consecuencia palmaria una escasa o nula capacidad de adaptación a la frustración.
Es posible que, al combinar ambos problemas, nos acerquemos un poco más a comprender la situación y podamos promover acciones que fomenten la resiliencia, en entornos amigables y en situaciones controladas, que faciliten el crecimiento personal autónomo. Sin embargo, tengo dudas de que solo con esto podamos vislumbrar siquiera un poco una solución ya que esta pasa necesariamente por la asunción consciente de la propia situación por parte de las personas que lo sufren.
Mientras, seguimos presenciando situaciones de bloqueo personal que, en muchos casos, resultan incapacitantes.
 
[EFP. El Funcionario Perplejo]. Es curioso lo que estáis mencionando. Efectivamente, la formación en inteligencia emocional y conciencia crítica es fundamental para los niños y jóvenes y están expresamente incorporados en el sistema educativo. Sin embargo, a pesar de la importancia de estas competencias, no siempre se les da la debida atención o no se sabe cómo desarrollarlas.
Es posible que sea necesario implementar un Máster para garantizar que los padres y profesores reciban una formación obligatoria en estos ámbitos para poder ejercer como tales…. Bueno mejor no, ya que podría surgir una proliferación de supuestos “expertos” en el tema sin la adecuada cualificación, y se podría trivializar su importancia al incorporarlas de manera superficial como meros objetivos de desarrollo sostenible (ODS).
En última instancia, la solución a este problema es compleja y difícil de abordar. Creo que la verdadera solución radica en la conciencia y la implicación personal de cada individuo en fomentar el desarrollo de estas competencias en sí mismos y en los demás. Es un desafío que requiere un compromiso genuino y una reflexión profunda sobre nuestras acciones y valores.
Difícil…
Francisco de Goya. Capricho 37. Si sabrá mas el discipulo