En mayo de 2023, compartí a través de este blog una reflexión titulada (DES)INTEGRIDAD MORAL. En ese artículo, narré cómo una compañera fue objeto de acoso por parte de un destacado miembro académico, quien planificó y ejecutó sus acciones de manera cuidadosamente premeditada y sibilinamente ejecutada. Además, mencioné cómo otros miembros de su equipo y personas en su entorno le brindaron un apoyo intelectual y físico para llevar a cabo este acto atroz.
Resulta que ENR, con su habitual buen juicio, acertó plenamente en su análisis. Hace unos días, esta misma compañera recibió una solicitud insistente de conversación personal por parte del compañero al que hice referencia. En esta conversación, se confirmó su remordimiento interno, intensificado por el tiempo transcurrido (16 años) y la insoportabilidad de mantener esta situación que, de alguna manera, justificó como forzada. Para mi compañera, resultó impactante escuchar cómo, en medio del acoso y cuando ella estaba enferma, el individuo siniestro, quien había orquestado todo, y que ahora ya ha fallecido, no tenía reparos ni ética al desear públicamente su muerte… En una larga conversación llena de detalles tan perturbadores como el anterior, su interlocutor también encontró el momento para pedir perdón por sus acciones y omisiones y lo hizo.
Va a resultar interesante asistir a la reacción de los integrantes del grupo que participó en el acoso tras las revelaciones realizadas por uno de sus componentes y la consecuente ruptura del pacto de silencio que rodeaba este asunto. Aunque soy optimista, no puedo esperar que todos sigan el ejemplo. Cada uno decidirá cómo abordar su propia oscuridad, o no. Nos siguimos asombrado de haber sido capaces de convivir, o más bien, sobrevivir, junto a seres tan abyectos. Son malas personas, sin lugar a dudas.
A pesar de todo, mantengo mi profundo y auténtico sentimiento de compasión, y considero una muy buena noticia que al menos uno de ellos esté intentando cambiar, mejorar y crecer, con la esperanza de que no reincida. Asumir las propias responsabilidades y pedir perdón es el primer paso en esta dirección.
Por cierto, la postura de mi compañera en todo este asunto me parece admirable. Serenidad, compasión y educación, en un contexto tóxico como el que le rodea, son característas de una persona con una elevada integridad moral que debería servirnos como modelo y guía.
[PBD. Profesor BullDog]. Lo del muerto no tiene nombre, eso sí, el muerto, muerto está. Solidaridad con la compañera.
[MDD. Maestro DonDepende]. Sí, es una buena noticia EFP. Esperemos que no sea un simple postureo y que la actitud se mantenga en el tiempo. Eso ya se verá.
Lo de la compañera es para analizarlo mucho más pausadamente, vaya mérito.
[ENR. El Niño Roto]. Mantengo una parte de los interrogantes que plantee en su momento ¿será capaz de asimilar que todo pasa por asumir de verdad las propias responsabilidades? Y no me refiero hacia la compañera, que aparentemente parece que así es, me refiero hacia sí mismo, porque esto sería la garantía del mantenimiento en el tiempo que plantea MDD.
Sin duda, que ha dado un gran paso muy positivo, probablemente el más difícil. Yo también desearía que sirviera como referente para el resto de actores, de manera que pudieran entender que ese es el único camino posible para su redención, sanación interior e higiene tóxica. Para los que son de cultura cristiana, que alguno habrá, el sacramento de la confesión les habrá podido servir para una ficticia esperanza de no haber perdido el cielo eterno. También, tal vez les acomode ilusoriamente en su transcurrir en el mundo material, pero lo del propósito de enmienda, el de verdad, el que realmente redime, los vuelve a traer irremediablemente al mismo punto de partida que estamos exponiendo.
Coincido plenamente con lo de la compañera. Menudo ejemplo.